Nuestra relación con nuestro pasado, y particularmente con nuestra niñez, es compleja y a menudo conflictiva. Mientras que a muchas personas no les resulta fácil superar los conflictos y carencias experimentados tempranamente en la vida, otras tienen grandes dificultades para recordar casi cualquier detalle de lo que vivieron antes de su época escolar.
En cualquier caso los primeros años nos marcan profundamente y su integración constituye a menudo un desafío altamente deseable para obtener bienestar emocional en la adultez. ¿Pero cómo evitar tener que escarbar durante años en recuerdos y experiencias dolorosas que queremos haber dejado atrás?
Personalmente tengo una premisa que parece ser coherente por sobre todo con las corrientes experienciales en psicología; creo firmemente que lo que duele en el presente no es pasado, no puede simplemente olvidarse y requiere de nuestra atención. Todo cuanto constituye una fuente de sufrimiento puede, aunque de un modo en que no lo notemos, obstaculizar el logro de nuestras metas en áreas de la vida con las que en apariencia no esté conectado en lo absoluto.
Este principio es el modo en que abordo la niñez en los casos en que es pertinente, cuando tenemos historias dolorosas que tras muchos años siguen teniendo la fuerza para hacernos brotar lágrimas, angustiarnos o hacernos sentir oleadas de ira, estamos en presencia de dolores vigentes que necesitan ser atendidos para obtener bienestar.
En cualquier caso los primeros años nos marcan profundamente y su integración constituye a menudo un desafío altamente deseable para obtener bienestar emocional en la adultez. ¿Pero cómo evitar tener que escarbar durante años en recuerdos y experiencias dolorosas que queremos haber dejado atrás?
Personalmente tengo una premisa que parece ser coherente por sobre todo con las corrientes experienciales en psicología; creo firmemente que lo que duele en el presente no es pasado, no puede simplemente olvidarse y requiere de nuestra atención. Todo cuanto constituye una fuente de sufrimiento puede, aunque de un modo en que no lo notemos, obstaculizar el logro de nuestras metas en áreas de la vida con las que en apariencia no esté conectado en lo absoluto.
Este principio es el modo en que abordo la niñez en los casos en que es pertinente, cuando tenemos historias dolorosas que tras muchos años siguen teniendo la fuerza para hacernos brotar lágrimas, angustiarnos o hacernos sentir oleadas de ira, estamos en presencia de dolores vigentes que necesitan ser atendidos para obtener bienestar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario